Entradas

ALFÉIZAR

Alféizar Estoy cárdeno. Mientras me peino, al espejo advierto que mis ojeras se han amoratado aún más, y que sobre los angulosos cobres de mi rostro rasurado se ictericia la tez acerbádamente. Estoy viejo. Me paso la toalla por la frente, y un rayado horizontal en resaltos de menudos pliegues, acentúase en ella, como pauta de una música fúnebre, implacable... Estoy muerto. Mi compañero de celda liase levantado temprano y está preparando el té cargado que solemos tomar cada mañana, con el pan duro de un nuevo sol sin esperanza. Nos sentamos después a la desnuda mesita, donde el desayuno humea melancólico, dentro de dos porcelanas sin plato. Y estas tazas a pie, blanquísimas ellas y tan limpias, este pan aún tibio sobre el breve y arrollado mantel de damasco, todo este aroma matinal y doméstico, me recuerda mi paterna casa, mi niñez santiaguina, aquellos desayunos de ocho y diez hermanos de mayor a menor, como los carrizos de una antara, entre ellos yo, el último de todos, parad...

los dados eternos

LOS DADOS ETERNOS Di-os mío, es-toy llo-ran-do el ser que vi-vo; me pe-sa ha-ber to-mán-do-te tu pan; pe-ro es-te po-bre ba-rro pen-sa-ti-vo no es cos-tra fer-men-ta-da en tu cos-ta-do: ¡tú no tie-nes Ma-rías que se van! Di-os mío, si tú hu-bie-ras si-do hom-bre, hoy su-pi-eras ser Di-os; pe-ro tú, que es-tu-vis-te si-em-pre bi-en, no si-en-tes na-da de tu cre-a-ción. ¡Y el hom-bre sí te su-fre: el D-ios es él! Hoy que en mis o-jos bru-jos hay can-de-las, co-mo en un con-de-na-do, Di-os mío, pren-de-rás to-das tus ve-las, y ju-ga-re-mos con el vie-jo da-do. Tal vez ¡oh ju-ga-dor! al dar la su-er-te del u-ni-ver-so to-do, sur-gi-rán las o-je-ras de la Mu-ert-e, co-mo dos a-ses fú-ne-bres de lo-do. Dios míos, y esta noche sorda, obscura, ya no podrás jugar, porque la Tierra es un dado roído y ya redondo a fuerza de rodar a la aventura, que no puede parar sino en un hueco, en el hueco de inmensa sepultura. ANÁLISIS LITE...

La cena miserable

La Cena Miserable Has-ta-cuán-does-ta-re-mos-es-pe-ran-do-lo-que 14s no-se-nos-de-be...-Y-en-qué-re-co-does-ti-ra-re-mos 15s nues-tra-po-bre-ro-di-lla-pa-ra-siem-pre!-Has-ta-cuán-do 15s la-cruz-que-nos-a-lien-ta-no-de-ten-drá-sus-re-mos. 14s Has-ta-cuán-do-la-Du-da-nos-brin-da-rá-bla-so-nes 14s por-ha-ber-pa-de-ci-do!... 7s Ya-nos-he-mos-sen-ta-do 7s mu-choa-la-me-sa-con-laa-mar-gu-ra-deun-ni-ño 14s quea-me-dia-no-che-llo-ra-deham-bre-des-ve-la-do... 13s Y-cuán-do-nos-ve-re-mos-con-los-de-más-al-bor-de 14s deu-na-ma-ña-nae-ter-na-de-sa-yu-na-dos-to-dos! 14s Has-ta-cuán-does-te-va-lle-de-lá-gri-mas-a-don-de 14s yo-nun-ca-di-je-que-me-tra-je-ran. 10s De-co-dos 3s to-do-ba-ña-doen-llan-to-re-pi-to-ca-biz-ba-jo 14s y-ven-ci-do:-has-ta-cuán-do-la-ce-na-du-ra-rá. 15s Hayal-gui-en-queha-be-bi-do-mu-choy-se-bur-la 12s ya-cer-ca-ya-le-ja-de-no-so-tros-co-mo-ne-gra-cu-cha-ra 7s dea-mar-gae-sen-ciahu-ma-na-la-tum-ba... 10s Y-me-nos-sa-be 5s e-seos-cu-rohas-ta-cuán-do-la-c...

Poesía de Cesar Vallejo

.-Los Heraldos Negros Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!  Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,   la resaca de todo lo sufrido   se empozara en el alma... ¡Yo no sé! Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras   en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.   Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas;   o los heraldos negros que nos manda la Muerte. Son las caídas hondas de los Cristos del alma   de alguna fe adorable que el Destino blasfema.   Esos golpes sangrientos son las crepitaciones   de algún pan que en la puerta del horno se nos quema. Y el hombre... Pobre... ¡pobre! Vuelve los ojos, como   cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;   vuelve los ojos locos, y todo lo vivido   se empoza, como charco de culpa, en la mirada. Análisis de el poema ma El tema del poema es la fatalidad de los golpes sobre el hombre sin que él los merezca. ...